viernes, 20 de febrero de 2009

INCONCIENTE COLECTIVO

INCONCIENTE COLECTIVO

Subió las escaleras que le llevaban a su apartamento. Al entrar colocó su portafolio en una mesa. Se aflojó la corbata, miró a su alrededor como si buscara algo, fue a preparar una cena ligera, prendió el televisor. Al término del festín dejó todo limpio.
Se sentía pesado, pero igual comenzó el ritual nocturno: ponerse la pijama, lavar sus dientes y preparar todo para el día siguiente. Al mirarse al espejo sintió que la soledad lo asfixiaba. Su llanto sonó como el grito de los muertos.
Se dirigió a una cajonera. Sacó un revólver. Parecía suspendido en el tiempo. Su mente estaba en blanco. Era como si la demencia lo abrazara. Colocó el arma en su cabeza.
Se escuchó un disparo, cayó al suelo. Vio una sombra frente a él, dándole la mano para levantarlo, pero él hizo como si no existiera. Despertó. Se sentó en el suelo, observó el revólver, se dio cuenta de que no estaba cargado. Se acercó al cajón. Guardó el arma. Se sentó en su cama a reflexionar sobre lo sucedido; luego se acostó, apagó la luz y se volvió a dormir, ya que al día siguiente tenía que continuar con su rutina diaria.